BLM TODOS LOS DÍAS DEL AÑO
BLACK LIVES MATTER
Cuando hace unos meses IG se llenó de cuadrados en negros con el hagstag Black lives matter de forma masiva, no dejaron de existir las típicas reacciones de queja ante el postureo o activismo de sofá de quienes nos limitábamos a postear una imagen y no hacer nada más, dejando nuestra conciencia tranquila, como si con posicionarnos publicamente frente al racismo, fuese suficiente.
Nosotras, personalmente, nos quedamos dandole al coco porque obviamente, esas voces y esas quejas tienen razón. El racismo, al igual que el machismo, es una estructura social que permite y favorece la opresión, que hace que unos estén por encima y por delante de otros y otras. Todxs somos racistas, al igual que todxs somos machistas y para cambiarlo, no vale con un cuadrado negro, ni con un stories feminista el 8M. Tenemos que revisarnos. Tenemos que leer, escuchar, mirar y aprender de lo que las personas no blancas narran, crean y viven. Tenemos que comprender nuestro privilegio y obviamente, renunciar a él. Tenemos que admitir que el racismo se da en todas partes, no solo en USA y luchar activamente contra él junto a las personas que lo sufren. Tenemos que hacer un montón de cosas que ni siquiera sabemos que tenemos que hacer porque desde el privilegio no se aprecian las necesidades que no son tuyas.
El caso es, ¿por dónde empezamos? Pues obviamente cada persona encuentra su camino, pero ya sabéis que nuestro estilo es hablar y escuchar a otras mujeres y por eso hemos decidido empezar por esta sección. En ella iremos charlando con mujeres africanas o afro descendientes que nos contarán sus experiencias, su trayectoria, su historia. Historias a las que hasta ahora no hemos llegado porque no son contadas en nuestros libros de texto, ni en los grandes medios ¿Os suena de algo, verdad?
Hemos querido empezar la ronda con Lucia Asué Mbomío (muchas gracias de nuevo, Lucía) porque fue ella quien con su pancarta del 8M nos abrió un poco más los ojos. ¿La recordáis? Era esta:
Y vamos a hacerla caso porque amigas, lo feminista, desgraciadamente, no nos quita lo racista. Revisémonos, pues.
-Hola Lucía, muchas ya te conocemos pero... te presentas?
Soy Lucía Asué Mbomío Rubio, nací en Madrid en 1981 pero me siento a ratos de Alcorcón , a ratos de Guinea Ecuatorial (que es de donde es mi padre) y a ratos de ningún sitio.
Estudié periodismo y luego Cooperación y desarrollo porque no tenía ninguna esperanza de encontrar algo “de lo mío” y, sin embargo, hubo suerte (o no, según se mire) y empecé a trabajar en la tele. Esto fue hace tres lustros. Desde entonces , me diplomé en guión y dirección de documentales en una escuela de cine y en lo laboral, debo reconocer que he disfrutado de lo lindo con el oficio y me ha permitido conocer a un montón de gente , aprender un montón de cosas y visitar un montón de sitios (fui reportera en Españoles en el Mundo cuatro años, imaginad lo que fue aquello). Aparte de la tele , colaboro con varios medios como Afroféminas, Píkara, Mundo Negro o Ctxt. En El País tengo una columnita semanal titulada Barrionalismos en la que cuento cosas que pasan en las periferias de las grandes ciudades.
Sin embargo, no solo escribo desde el barrio , también lo hago desde la raza y el género. Y así, de paso, contribuyo (junto a otras voces) a cambiar la perspectiva monocroma mediática. Hablando de medios , llevo una temporada hablando acerca de la representación de las personas africanas y afrodescendientes en la tele, la prensa, la publicidad o el cine. Y telita marinera, oiga. Eso cuando salimos, claro, que lo habitual es que ni aparezcamos.
Para concluir debo decir que las dos cosas que más me gustan en la vida son viajar y las croquetas y que me han publicado un par de libros “Las que se atrevieron” (sobre mujeres españolas blancas que durante el Franquismo se casaron o ennoviaron con hombres negros y descubrieron el racismo a través de la maternidad ) e “Hija del camino” (que cuenta la historia de Sandra, una joven de madre española y padre guineano y su búsqueda identitaria) y he colaborado junto a las autoras en “Tranquilas. Historias para ir solas de noche”.
Ah! Por adaptarme a estas cosas que hacéis las jóvenes, tengo un canal de YouTube que se llama “Nadie nos ha dado vela en este entierro” en el que hago entrevistas. Grabo todo con el móvil porque de lo que se trata, a mi modo de ver, no es de tener los mejores planos del universo sino de contar cosas que, en demasiadas ocasiones, se quedan fuera de la agenda mediática porque quienes protagonizan las historias viven en la periferia o “son periferia”.
Dejo por aquí la última, cuyas protagonistas son Nora Y Margarita, dos mujeres inmigrantes que viven en un asentamiento chabolista de Almería y que cuentas cómo es vivir ahí con el extra de dificultades y peligrosidad por el hecho de ser mujeres y qué tal es eso de trabajar en el campo, en la denomindad “huerta de Europa” o “mar de plástico” cuando estás en situación irregularizada:
-Hemos titulado así esta sección porque creemos que es necesario dar voz a otras realidades aparte de las que nosotras vivimos y una de ellas es el racismo, que más allá de las oleadas que surjan en IG es algo que muchas personas vivís todos los días del año y no hace falta irse lejos. ¿Podrías ponernos ejemplos de racismos que se viven día a día en nuestro país?
El racismo no es una cuestión de vivencias personales que, por otro lado, no son sino la constatación palpable de un asunto sistémico. No es algo que yo vea o que yo viva, sino de unas estructuras que provocan que haya gente que está arriba y otra, abajo, aunque haya excepciones ultravisibilizadas que confirman la regla.
No es una consideración sino algo real que los currículo académicos del colegio o del instituto no incluyen conocimientos ligados al Sur global del mundo ni a personas que no sean blancas. Tampoco estudiamos demasiadas cosas protagonizadas por mujeres, ojo, quizá un poco, muy poco, en Literatura e Historia. Ahora, pensad en mujeres que no sean blancas. LA NADA.
No es una consideración sino algo real que los medios únicamente se ponen en contacto con personas que no son blancas solo para preguntarnos por racismo o inmigración, como si no pudiéramos opinar acerca de política, cultura o gastronomía. Eso sí, a veces sí nos preguntan por temas deportivos o de música.
Lo normal, no obstante, es que ni siquiera cuando hablan de nosotras nos pregunten a nosotras sino que directamente requieran la opinión de portavoces de ONGs, políticos, consejeros, trabajadores sociales o, directamente, nos aludan sin siquiera ponernos nombre o historia, que se retraten masas “amenazantes” llegando a la Europa fortificada de forma precaria pero que no se hable de quien ya está aquí o, incluso, (¡sorpresa!) es de aquí.
No es una consideración sino algo real que las personas no blancas y/o leídas como inmigrantes tienen más dificultad para acceder a los locales de ocio o alquilar una vivienda.
No es una consideración sino algo real que las personas no blancas pueden acabar en coles guetificados, que no gueto, repito, guetificados, debido a que hay padres y madres que no quieren llevar a sus hijas a escuelas con muchos inmigrantes “porque baja el nivel”.
No es una consideración sino algo real que a las personas no blancas les paran mucho más para pedirles la documentación, sin motivo aparente, por el hecho de no serlo. Eso se llama identificaciones por perfil racial.
No es una consideración sino algo real que las personas que migran no blancas, por lo anterior, tienen más fácil acabar en un CÍE, que es una cárcel con otro nombre para la gente que está en situación irregularizada en España, pese a que no tener la documentación en regla sea una falta administrativa y no un delito.
No es una consideración sino algo real que a las personas no blancas nos siguen en los supermercados porque el relato mediático que hacen de nosotras está ligado a la criminalidad o al paternalismo por la cual se nos infiere una clase, un lugar de residencia y un oficio. No es casualidad que a una de las mujeres más ricas de EEUU, Oprah Winfrey no quisieran enseñarle un bolso que quería comprarse en Suiza porque la dependienta pensó que no lo podría pagar.
No es una consideración sino algo real que a Lucrecia Pérez le mataran por negra, migrante y pobre en 1992, que a Ndombele Augusto Domingos, a sus 16 años, le asesinaran por negro en 2002 o que a Miwa Buene le dejaran tetrapléjico, en 2007, por lo mismo. No es casual que mucha gente blanca no tenga ni idea de quiénes son las personas a las que acabo de citar y que en cambio, quienes no lo somos, no las podamos olvidar.
Lo curioso es que ahora mucha gente entra a las cuentas en RRSS de gente antirracista a la que no sigue para decirles (decirnos) que “desde lo de George Floyd y las manifestaciones de BLM nos ha dado por hablar de racismo”. Eso evidencia que hay muchas personas blancas que consideran que el racismo no existe aquí, pese a no haberse relacionado jamás con personas susceptibles de padecerlo o pese a hacerlo pero no haber tocado ciertos temas. Eso tiene que ver con el lujazo de opinar sin titubear sobre absolutamente todo, aunque no te hayas documentado. A mí, en cambio, como mujer negra, me toca justificar lo que digo, no puedo conformarme con la narrativa de la anécdota puesto que entonces vendrá alguien y me dirá “pues yo tengo un amigo negro y a él no le ha pasado nada”, de ahí la importancia de acudir a los datos.
¿Qué sucede? Que como institucionalmente no consideran que haya racismo , no hay tantos estudios al respecto, como sí los hay de otros asuntos.
-¿Por qué crees que en España muchas personas todavía ven el racismo como algo ajeno o lejano? Está esto relacionado con que nos sumemos a las protestas en redes por acontecimientos en USA pero luego no tomemos parte al respecto en nuestro propio país?
Es que en España se habla de raza y racismo bajo la falacia de la igualdad. Pasa algo parecido en Latinoamérica con la del mestizaje : “todas las personas de la sociedad estamos mezcladas, ergo no podemos ser racistas”.
Siempre lo digo, pero no sobra repetirlo : nos han dicho que todas somos iguales, pero no nos han mostrado tal igualdad en ningún ámbito, de lo contrario veríamos otra tele, leeríamos otros libros y contaríamos con otros (más) referentes, por poner solo un ejemplo ligado al conocimiento. Todo aquello que no sea blanco no existe salvo desde el estereotipo o la otrorización aunque pretenda ser positiva (“son una raza superior”, “qué bien bailáis”, “son excelentes en el deporte…”).
En efecto , a nivel legal (siempre y cuando tengamos un DNI, por supuesto ) somos todes iguales, pero la realidad es que nuestras vivencias no son iguales en función de los sistemas de opresión (sí, en plural) que nos atreviesen.
-En tus redes hemos seguido las noticias que cuelgas sobre la situación de las personas migrantes que trabajan como jornaleras en Andalucía. Parece que estamos inmunizadxs a ese dolor o al menos entrenadxs para mirar a otro lado, cuando lo tenemos tan cerca. ¿Qué hacemos para cambiar esto?
Informarnos. No quedarnos solo con la versión de la tele y lo digo como alguien que trabaja en el sector audiovisual y preguntarnos, sobre todo, por qué nos pasa que hay injusticias que nos sublevan y otras que no.
-Como feministas creemos que el único feminismo posible es el que tenga en cuenta todas las opresiones de todas las mujeres. ¿Cuales son las específicas de las mujeres afrodescendientes?
Lo mismo que al resto de mujeres y aparte el racismo, la extranjerización y la hipersexualización (que se da en todas las mujeres, pero multiplicada por mil millones en nuestro caso ) con sus respectivas consecuencias, a veces, ultra violentas.
Una vez más , me parece fundamental atender y entender la diferencia entre quienes hemos nacido aquí y, además, tenemos DNI (se puede haber nacido aquí y no tenerlo) y quienes no cuentan con él. En ese caso, se van sumando problemáticas que deben contar quienes las padecen.
-En otras conversaciones contigo ha surgido la idea de que no somos conscientes del racismo que existe a nuestro alrededor porque en nuestro entorno no hay personas racializadas que nos cuenten su historia, sus experiencias. ¿Cómo podemos cambiar esto?
No solo que las cuenten sino vivirlas a su lado. No digo que, de repente nos planteemos buscar amigas negras en el “party line” (sí, ya tengo una edad), pero sí sería conveniente pensar qué provoca que no coincidamos con nadie que lo sea. ¿A qué sitios vamos? ¿Por qué no hay nadie que no sea blanca o muy poca gente? ¿Por qué no me ha llamado jamás la atención?
Tampoco es plan de abordar a las personas racializadas y marcianizarlas formulándolas mil cuestiones que, a veces, pueden resultar incómodas, considero que una opción buena es leerlas o conocerlas a través de las entrevistas que les han hecho o de las obras que crean.
-Como periodista, ¿existen situaciones específicas en las que el racismo afecta a la profesión?
Los medios son terribles. Muestran una realidad blanca que no se parece a la de la calle, los mercados, los parques y los colegios públicos.
La gente negra solo aparece en patera, de manera muy deshumanizada, como masas informes, sin nombre ni historia, sin lo necesario para que entendamos que lo que estamos viendo son personas. Por otro lado, siempre salen llegando, nunca estando, siendo, haciendo, sumando, contribuyendo. Las mujeres únicamente tienen hueco si están embarazadas.
Por si eso no fuera suficiente, la diversidad se asocia a la modernidad, en plan anuncio de Benetton, muy arcoíris de rostros, pero sin un fondo más allá de lo marketiniano. No somos modernas, somos de carne y hueso, somos parte de un Estado que ha escogido seguir representándose de una forma que hace mucho tiempo que no es. Si es que en algún momento, esta Península, cruce de tantas culturas, lo fue. Spoiler : NO.
Luego está lo que he comentado antes, que nos preguntan únicamente acerca de racismo e inmigración, que nos invitan como relleno o para instrumentalizarnos; que se hacen bromitas descendentes (hacia abajo) que le echan más tierra a comunidades ya sepultadas o que nos criminalizan o denostan merced al inmigracionalismo (inmigración + sensacionalismo, término de Red Acoge) a través del lenguaje, de aquello que muestra y de lo que no se muestra.
También habría que pensar en lxs profesionales que trabajan haciendo imagen en la tele. En BBC, el año pasado acordaron que el 20% de quienes salieran serían no blancxs y este decidieron que invertirán 100 millones de libras para producir contenido diverso e inclusivo en los próximos tres años. En el Estado español, me temo que aún ni se lo han planteado.
-La falta de proyección en medios, libros, educación... de las personas afrodescendientes nos hace tener pocos referentes que admirar en este sentido. Podrías chivarnos algunos de los tuyos?
Por supuesto, siguiendo la línea actual de pensar en referentes cercanos, que no tengan por qué haber salido en la tele, ser jóvenes, vendido millones de libros o tener chorrocientos trillones de seguidoras en Instagram, pienso en Anastasia Nzang, activista feminista septuagenaria que, tras un montón de años en Andalucía, decidió regresar a su Guinea Ecuatorial natal para contribuir a la lucha por la igualdad de las mujeres de ahí.
También me encanta Remei Sipi, nacida en Guinea Ecuatorial, residente en Barcelona y en la órbita feminista catalana desde hace décadas. Además de eso, lleva a cabo una genial labor en el ámbito de la cultura, escribiendo y publicando a través de su editorial obras de personas afro que, de otro modo, quizá, no verían la luz.
Danielle Mboume se recorrió el continente africano a pie para luego montarse en una patera y así llegar a España, lo hizo porque necesitaba amar de manera libre. Como lesbiana, en su país lo tenía bien difícil. El trayecto fue terrible, pero una vez aquí, además de casarse con su mujer, ha escrito un libro contando su historia y ha puesto en marcha una ONG para trabajar con personas africanas LGTBI+.
Rusly Cachina Esapa, una mujer trans de soplo 24 años que desde la Organización “Somos parte del mundo” está haciendo una albor de concienciación y transformación en Guinea Ecuatorial encomiable con el objetivo de acabar con la LGTBIfobia en su país. Aunque quizá, lo más importante, es lo que está haciendo dentro de la propia comunidad disidente sexual: luchar contra la homofobia y la transfobia interiorizada, la que les lleva a autoodiarse y a sentirse menos que el resto.
Aya Sima es otra mujerona, luchó contra el matrimonio forzoso que le impuso su familia y como no quería que a otras chicas les pasara lo mismo, contribuyó a la creación de “Valentes i acompanyades”, una organización que, desde Girona, lleva a cabo una labor ejemplar.
Asha Ismail es un referentazo. Cuando solo era una niña padeció una mutilación genital y en cuanto creció comenzó a luchar para evitar que haya más mujeres que sufran una tortura machista e injusta.
-Recomiéndanos un libro para quienes queramos revisarnos.
“La hermana, la extranjera”, de Audre Lorde es canelita en rama, pero también “Mujeres, raza y clase”, de Angela Davis. Ahora que mucha gente se pregunta qué sucede en EEUU, “Un destello de libertad: de #Blacklivesmatter a la liberación” está genial para obtener algunas respuestas.
Si queréis saber qué pasa por aquí, el relato colectivo “Metamba Miago. Relatos y saberes de mujeres afroespañolas”resulta bien útil y también las obras con un componente autobiográfico como “Ser mujer negra en España” de Desirée Bela , “Ilume” de Roxana Romero Ndjoli o el mío “Hija del camino”, que explica cómo es eso de no sentirse ni de aquí ni de allá y a qué se debe esa desafección nacional múltiple.
Con todo, como no quiero quedarme solo en EEUU o España, también recomiendo que le echéis un ojo a “La hermana aguafiestas” de la ghanesa Ama Ata Aidoo y a “La Bastarda”, de Trifonia Melibea Obono Ntutumu, destacada activista feminista y pro derechos de la comunidad LGTBI, en Guinea Ecuatorial.
-A quién le pasas el testigo de esta sección? ¿Y qué pregunta no puede faltar en su entrevista?
A Berta Okenve Krohnert, que es consultora en el ámbito de la innovación científica. Pese a que cada vez vemos más perfiles de mujeres negras diversos, en el campo de la ciencia todavía parece algo inusual. En ese sentido, recomiendo el libro precioso “Mujeres negras en la ciencia”, literatura infantil que nos viene genial también a las adultas para demostrarnos que siempre estuvimos. También ahí.
Y en cuanto a la pregunta, ahí va: “La ciencia, que a priori parece algo objetivo, ha servido también para justificar el racismo, ¿podrías hablarnos de esto?”.
Y Berta ha aceptado a seguir la cadena, así que pronto volvemos con ella.
Un abrazo, amigas.
Cristina Alonso y Cristina Valbuena.