CINQUE TERRE
Cuando planeamos viajes y no tenemos ganas de arriesgar, Italia es casi siempre nuestra apuesta segura. Bonita, no demasiado lejos, no demasiado cara, te entiendes fácil y se come de lujo, nada puede salir mal. En nuestra última visita al país vecino nos decidimos por la zona de la Liguria, un terreno que nos quedaba por explorar y al que le teníamos muchas ganas, especialmente a las Cinque Terre (cinco tierras). Nuestra ruta de 4 días comenzó en Génova y terminó cruzando a la zona Toscana, concretamente a la ciudad de Lucca, desde la que nos despedimos para volver a casa.
Como consejos generales resaltaríamos dos cosas. La primera es que es un viaje que se puede hacer fácilmente en tren, no es necesario coger coche si no quieres pues hay un montón de trenes a todas horas y no son caros, además a las Cinque Terre no se puede acceder en coche así que tanto mejor. La segunda es que es un viaje para hacer en temporada baja y mejor con temperaturas suaves, desaconsejamos totalmente meterse ahí en verano. ¿Por qué? Pueblos muy pequeños, demasiada gente, calor agobiante y trenes hasta los topes... no parece una combinación ganadora en pleno agosto. La primavera o el otoño, sin embargo, son ideales para pasearse por allí.
Una vez dicho lo básico, podemos meternos en harina y nunca mejor dicho ¿estáis preparadas para la pasta, las focaccias y la farinata? Los próximos cuatro días no queremos ni oír hablar de calorías, eh. Vamos!
GÉNOVA
Nuestro avión aterriza en Génova y nos cogemos un autobús directo a la estación central, donde dejaremos nuestras maletas para poder pasar una tarde en la ciudad. Paseo por su puerto y su precioso casco antiguo. Callejuelas estrechas llenas de heladerías, cafeterías y comida rica. No hay tiempo para probarlo todo pero llevamos algunos sitios apuntados y estamos decididas a probar todo lo que nos de tiempo.
Trattoria Ugo: Recomendada por varias personas conocedoras de la ciudad, aquí puedes comer platos típicos de la cocina liguria y sentirte como en casa, los precios son moderados y el personal encantador.
Pastificio artigianale di Canneto: Para comer rápido, barato y súper rico. Es una especie de take away con pastas artesanales y mesas para comer allí mismo. Probamos la lasaña de pesto y los raviolis de trufa, con bebida, 12 euros en total.
Gelateria Profumo: Escondida pero hay que buscarla, sabores clásicos y cucuruchos de galleta. Marchando el primer pistacchio del viaje. Ay qué rico.
LA SPEZIA
Elegimos La Spezia como centro de operaciones para movernos por la zona porque es una de las ciudades más grandes y con mejores servicios, además está bien comunicada y es fácil moverte en tren o barco desde allí a los lugares que quieras visitar.
Affittacamere I Remi del Prione: Decidimos alojarnos en este hostal por su buena situación, su buen precio y su alta puntuación en Booking. Y acertamos. Modesto pero cómodo y súper limpio, el baño estaba nuevo y las ventanas daban a una plaza con un tiovivo. El negocio lo lleva un matrimonio amabilísimo que no duda a la hora de echarte una mano con todo lo que necesitas. Altamente recomendable.
Pizzería Masaniello: Si alguna noche se vuelve a casa antes de tiempo y se cena en la Spezia, conviene hacerlo en esta pizzería de dos hermanos napolitanos. Hay que hacer cola, sí, pero va rápido y lo que te vas a comer después merece la espera. Imprescindible su pizza de berenjenas, oh-dos-mío.
Il Fornaio Castagnet: El señor del hostal nos dijo que era la mejor focaccería de la ciudad y a estos consejos hay que hacerles caso porque siempre aciertan. Es mejor ir pronto porque se acaba y siempre para llevar.
CINQUE TERRE
Las Cinque Terre son cinco pueblitos perdidos por la costa Liguria que en los años 70 decidieron pintar sus fachadas de colorines para darle un impulso al turismo y vaya si lo consiguieron. Cuatro de ellos están a pie de mar y el quinto en la montaña. Cinco secretos ya a voces que hay que visitar al menos una vez en la vida por su belleza incomparable, un auténtico placer para la vista, sobretodo si consigues abstraerte de la hordas de turistas (je je).
Nosotras compramos el pase de un día para movernos en tren sin límite de viajes y conseguimos hacernos la ruta completa, que incluye también el bus para subir a Corniglia. Cuesta 19 euros por persona y se compra en el punto de venta de la estación de La Spezia u online.
-Riomaggiore: El pueblo más cercano a La Spezia con un precioso camino de ronda con vistas a aguas turquesas y que va a parar a su estrecho embarcadero. Si se quiere ir a una playa más tranquila ha de seguirse el camino de ronda más allá del pueblo para dar a parar a una pequeña cala de piedras. Otra opción es comprarse un cucurucho de “pescaíto frito” a la italiana en Il Pescato Cucinato y sentarse a comerlo en el puerto. Antes de irse, una cervecita con increíbles vistas en Bar e Vini á pie de má.
-Manarola: La foto con más likes del viaje la sacarás en Manarola, ya que desde su pasarela con vistas al mar se puede captar toda la magia de las cinco tierras concentrada en un solo clic. Tras un paseo por su puerto prepárate para unos escalones de subida hasta llegar a la Trattoria da Billy donde podrás comerte unos trofie al pesto (el plato más emblemático de la zona) con vistas al mar, a los viñedos y a las casitas de colores. Un sueño.
-Corniglia: Siguiente parada, este pueblecito que se diferencia de los demás porque se localiza en lo alto de la montaña. Es el más pequeño y minoritario y se puede llegar a él subiendo tropecientos mil escalones o cogiendo un bus que pasa cada 15 minutos aproximadamente desde la estación de tren y te deja en la misma plaza del pueblo. Hay dos rutas a dos pequeñas calas de aguas turquesas: Corniglia y Guvano. Para tomar un vino en el pueblo son agradables el Pan e Vin Bar y Tre Passi del mare.
-Vernazza: Luz mágica la del atardecer en Vernazza con sus fachadas rosas y sus sombrillas multicolor. Su puerto y miniplaya son el lugar perfecto para tomarte el helado de Heladería Vernazza y también el cannoli de pistacchio al que no pudimos decir que no.
-Monterosso al mare: Es el más grande y por eso pensábamos que iba a tener menos encanto, pero lo cierto es que Monterrosso es un buen lugar para acabar el día. Su playa es grande y la puesta de sol es de película, además la oferta gastronómica es mucho más variada, quédate a cenar. El Belvedere mola por las vistas y su sopa de pescado, en Al Cagurio hacen un risotto muy bueno por 15 euros persona y si te apetece antipasti, el mejor de los cinco pueblos lo dan en Da Eraldo.
PORTOVENERE
Como nos fundimos Cinque Terre en un solo día, teníamos una mañana libre para visitar Portovenere, otro pueblito de pescadores cercano a La Spezia. Se llega a él en un bus urbano que se toma al lado del mercado central de Spezia y que tarda unos 20 minutos en llegar. Portovenere no es nada del otro mundo pero es bonito y se hace agradable pasear, tomar un café, comprar souvenirs (pesto, anchoas, trofie…) y de vuelta que nos toca tomar el tren a Lucca, nuestra última parada.
LUCCA
La ciudad de Lucca no pertenece a la Liguria pero acabamos allí nuestro viaje porque hacia dos años que acabamos allí nuestro viaje de verano por la Toscana y nos había sabido a poco, queríamos explorarla un poco más. Pasear por su muralla, subir a la Torre Guinigui y perderte en los mercadillos de su casco antiguo son algunas de las cosas que puedes disfrutar en Lucca. Además de la comida, claro. El desayuno de la Pasticceria da Sara es necesario por sus cannolo y sus sfogliatella, el aperitivo lo hicimos en Lo Skianto (Spritz y bruschetta), en la Osteria del Bastian Contrario pudimos probar los Tordelli (una pasta rellena típica de la ciudad que aquí bordan con el ragú. Si quieres llevarte bien de comida para casa (no olvidar que esto es tierra de trufa), la Cacioteca es tu sitio: quesos, más quesos, patés y tartufo a tutiplén.
Y ya está bien de arrastrar maleta, nos volvemos con ella a casa cargada de cosas ricas para sobrellevar la nostalgia. Gracias Italia, una vez más.
Cristina Alonso y Cristina Valbuena.