BEACH BODY. NOT SORRY
Este verano bikinis orgullosos, sin opresión y sin complejos.
El calor, la playa a la vista, las ganas de quitarse todas las capas de ropa que llevamos acumuladas todo el invierno… Mayo es el mes en el que la cabeza se nos atonta con el “voy a volver al gimnasio”, “mañana me pongo seria con la dieta”, “no vuelvo a probar la pizza hasta el invierno”…
No paramos de ver estímulos allá por donde pasamos, que nos meten en la cabeza lo del tener el vientre plano, el culo perfecto, las piernas más largas y las tetas más arriba que nadie y entrar en el bañador más pequeño. Y sobre todo, a hacer tonterías de no comer o hacer ejercicio absurdamente mal.
Intereses que chocan con mujeres, sobre todo, jóvenes y niñas, que aún no están preparadas para afrontar ni física ni psicológicamente esta presión por ser guapas...o cómo parecerlo las 24 horas del día. A costa de todo.
Basta ya. La realidad es que cada una es cómo es. La que nació gordibuena, la culona, larguirucha, tetona o sin un ápice de tetas. La que tiene tripoti, la que se le notan las costillas… ¿Qué hacemos si nacimos más bajitas?. ¿Sin piernas de modelo…no tienes derecho a ponerte el bikini? Basta ya.
Hay un error de base en la “operación bikini” y empieza por el nombre. ¿Bikini? Vaya, qué casualidad, que “bikini” solo llevamos nosotras. Parece que alguien lo inventó para las chicas, con esta expresión tan directa. Una de las muchas expresiones que recibimos las mujeres para alcanzar un canon de belleza imposible de compaginar con la intensa vida que llevamos durante la semana y con otras muchas cosas que nos impiden prestar atención a eso de cuidarnos. Una simple frase como “operación bikini” puede generar enfermedades psicológicas crónicas en forma de epidemia social, dando lugar a desórdenes y trastornos alimentarios (bulimia, anorexia, vigorexia, etc.), depresión, trastornos obsesivos, baja autoestima … ¿qué hemos hecho para merecer esto?
Basta ya de flagelarnos. La operación bikini (de las narices) no sirve para que nos veamos mejor o para que cuando lleguemos a la playa nos sintamos mejor. Sirve para que tengamos pánico al (maldito) bañador. Pánico a enseñar nuestra piel. Pánico al primer día de playa y piscina. A que la gente vea nuestros defectos (que en realidad son virtudes). Pánico a nosotras mismas. Basta ya.
¿Hemos cogido kilitos de más durante el año? Pues claro que sí. Porque hemos vivido y disfrutado del sofá, de las cañitas y de saborear lo que nos ha dado la gana. Que para eso es la vida. Si se hace dieta, que sea por salud, por sentirnos bien. No porque nos lo diga un anuncio, una marca de bañadores. Si se hace deporte, que sea por estar en forma, por no oxidarnos o por pasárselo bien mientras lo haces. No por la presión social.
Esa moda de tener un bebé y no tener tripa a los 3 meses. ¿Perdón? Basta ya. Vamos a relajarnos un poco. Que acabas de tener lo más bonito de tu vida, como para estar pensando en el gimnasio de los huevos (perdón).
Basta ya de demonizar estrías, celulitis o cuerpos blancuchos. Que nos explique alguien como se llega ya moreno a la playa el primer día. O por qué tenemos que sentir horror al ver que nuestra celulitis se nota al mirarnos al espejo (celulitis que todas las mujeres la tenemos por genética… no por comerte un bocadillo de lomo).
Que nos dejen en paz con la operación bikini. Que dejen de separarnos entre delgadas y gordas, porque nos vamos a juntar una vez más. Basta ya de esta cultura machista que nos afecta en pleno S.XXI. Nosotras nos hemos plantado aquí y empezamos la operación "este verano si no me cabe el bañador, pues mira tú lo que me importa, que ya encontraré uno con el que lucir este cuerpo serrano".
Cristina Valbuena y Cristina Alonso