KYOTO 35°0′42″N 135°46′6″E
Al igual que la semana pasada te reconocimos nuestro flechazo total con Tokyo, que cumplió e incluso superó nuestras expectativas, venimos a contarte hoy nuestro romance de tres días con Kyoto.
Teníamos muchas ganas de conocer una parte de Japón más tradicional e histórica y nos decidimos por visitar Kyoto. Queríamos templos, casitas bajas, calles torcidas y geishas… y a por todo ello fuimos.
Tal y como hicimos con Tokyo, te contaremos los 10 planes que mejor nos funcionaron pero como siempre, lo mejor es perderse y dejarse llevar.
Drip & Drop Coffee Suply.
Este encantador Coffee Corner da directamente a la calle y lo encontramos buscando un ramen para cenar. Sirven café de filtro y dulces caseros, puede ser una opción perfecta para empezar el día en la ciudad. Que alguien me diga que la chica de la foto no es totalmente ideal.
Fushimi Inari.
Dedicado a Inari, el Dios del arroz, es uno de los santuarios más famosos e importantes de Japón. Es muy bonito y hay que ir, pero no te esperes paz y armonía, porque lo que te vas a encontrar es a hordas de turistas intentando hacerse una foto en la que parezcan que están solos… sí, nosotras también y lo mejor es que lo conseguimos.
Helado desconocido.
Resulta que el helado más rico del viaje nos lo comimos en Kyoto pero no sabemos ni el nombre del helado, ni de la tienda, ni de la calle… FAIL. Sólo podemos decirte que está en la misma avenida que lleva al santuario Yasaka, acera de la izquierda según te diriges a este, bajo unos soportales. Son todas nuestras pistas pero deberías seguirlas si quieres comer esta delicia de leche y matcha con un bizcocho de los mismos sabores debajo del helado… crema!
Philosopher’s Walk.
Un paseo lleno de cerezos (en flor si tienes suerte y vas en la época) que discurre al lado del río y donde las instantáneas más bellas se hacen realidad. Amigas que se visten con el traje tradicional y montan en calesa, recién casados que deciden hacerse allí las fotos de su boda… todo parece de película. ¿La contra? La cantidad de gente que, como tú, intenta sacar la foto perfecta, le resta un poco de encanto a la historia, para qué nos vamos a engañar (nadie es perfecto).
Small Change.
Esta pequeña tienda vintage dentro del mercado central de la ciudad es una delicia. No podemos decir que los precios fueran una ganga, pero tampoco eran excesivos y todo la ropa estaba súper cuidada y bien seleccionada.
El barrio de las Geishas.
Otro sitio mágico que a causa del turismo se acerca a convertirse en un parque temático. Callejuelas estrechas, farolillos rojos, cortinas que ocultan un interior que hace volar nuestra imaginación… y de repente, entre todas las mujeres vestidas con kimono ves una que anda más erguida, mejor peinada y que parece que vuela… pues esa es una geisha, lo sabrás cuando la veas.
Issen Yosyoku.
Okonomiyakis increíblemente buenas en este pintoresco restaurante. Solo tienen un menú que ofrece su okonomiyaki (se le pueden quitar ingredientes a la receta original pero no añadir) más bebida por menos de 100 yenes. El personal es súper amable y algunos entienden inglés, aunque no te hará mucha falta dado que hay un único plato a elegir.
Kinkaku-ji.
Este Pabellón dorado es un edificio de tres plantas ubicado en los terrenos del templo, en medio de la naturaleza. Es famoso porque su techo está recubierto de auténtico oro y al situarse en medio de un lago, el reflejo de sus dorados en el agua resulta casi mágico.
Gion Tanto.
Cuando entramos en este restaurante con vistas al río y los cerezos en flor, empezamos a temblar pensando en el probable atraco, pero nada más lejos de la realidad. Comimos sentadas en el suelo, descalzas alrededor de la plancha donde terminarían de cocinarse nuestros tallarines. Las vistas eran espectaculares y el ambiente íntimo y acogedor. Para nuestra sorpresa el precio final no superó los 20 euros por cabeza, cervezas incluidas.
Nishiki Market.
Este mercado está situado en el centro de la ciudad. En él puedes encontrar prácticamente de todo, desde puestos de extrañas especias y algas, hasta tiendas de gafas ultramodernas, un montón de ropa de segunda mano y pequeñas tiendas donde conseguir un kimono tradicional a buen precio. Al atravesarlo te encontrarás con un barrio de callejuelas torcidas por el que merece la pena perderse un rato entre sus cafés, restaurantes y pequeñas boutiques.
Cristina Valbuena y Cristina Alonso.