MATERNIDAD CON GAFAS. CAP I.
Ays… la maternidad, os pensasteis que jamás íbamos a hablar de esto ehhhh…PILLINAS. Porque vaya rollo no?, o sea, que esta revista es para hablar de nosotras, somos las protas, coño. Que ya está el resto del mundo para quitarnos el protagonismo, los jefes, los políticos, los fruteros o hasta los dichosos bebés, que sí, que son muy ricos pero aquí hemos venido a hablar de NO- SO- TRAS.
Pero… un momento? Y quién narices es la maternidad? Quién la vive? Quién la sufre? Quién la disfruta? pues eso, NOSOTRAS. Decidamos ser madres o no, lo seamos por casualidad, de manera meditada, sea nuestro sueño o nuestra pesadilla, la maternidad nos toca a todas desde pequeñas, desde que nacemos con vagina y dicen “Eh, tú, ponte ese vestido rosa y vete pensando cuántos vas a parir”. Por eso es necesario hablar de ella y qué narices, reapropiarnos de ella, porque nos la han robado. No somos la estrella principal, somos si acaso la mejor actriz de reparto, pero no la prota, en la maternidad somos un recipiente y dejamos de importar. WTF????
Así que aquí estamos, sin ser nosotras madres ni nada de eso, dispuestas a meternos en un fregao’ de los gordos pero con la mejor compañía posible, nuestra amiga Laura (@modernacongafas) que acaba de vivir recientemente todo este proceso de gestar, parir y criar (esto último work in progress).
En esta sección de Maternidad con gafas vamos a comentar desde la experiencia e intentando mantener una perspectiva feminista, anticapitalista, realista y bastante “toca pelotas” todos las fases por las que pasa una mujer desde que se entera de que está embarazada, los pensamientos y dudas que le pasan por la cabeza, los cabreos ante las injusticias y las alegrías cuando se siente comprendida y escuchada. Porque seguro que muchas de vosotras también estáis hasta el moño de la moto que nos vendieron, de los anuncios de caca de unicornio, de las famosas con un cuerpo perfecto a las 3 h de haber parido, de ser juzgada por cada paso que damos, de no poder quejarnos, de no tener tiempo para peinarnos… Pues vamos a dar voz a todo esto juntas, tengamos hijxs o no, porque no somos madres o no madres, somos mujeres y estamos juntas en esto. En esto y en todo.
Dale, @modernacongafas, te pasamos el turno de palabra:
Cap I. Paternalismo y condescendencia
Hace dos años, en una comida familiar, había una embarazada. Me acerqué a lxs comensales para ofrecerles cerveza y vermut, y cuando llegué a ella, con tono paternalista le solté “a ti no te ofrezco”. Sin perder la calma me respondió “Ahora no me apetece, gracias, tal vez luego tome vino con la comida”. Menuda aprendiz de feminista (interseccional) llena de prejuicios estaba hecha yo, reproduciendo comportamientos paternalistas.
Por aquel entonces mi ignorancia sobre todo lo que rodea la maternidad era inconmensurable. Harta de tener la sensación de que el sistema heteropatriarcal tenía previsto para mi que fuese madre, porque esa es la razón por la que existimos, nosotras, las mujeres*cis, para gestar, para producir la mano de obra del futuro, tenía clarísimo que de ningún modo le daría la razón al sistema. No sería madre, que os den, no pienso ser un botijo, nuestro objetivo en la vida no es tener hijxs, tenemos cosas mucho más interesantes que hacer y sueños mucho más apasionantes que cumplir. Y estaba convencida de que así troleaba al sistema, y también estaba convencida de que así me ahorraba sacrificios y renuncias.
Es más, incluso me había creído eso de que hay dos equipo de mujeres, las madres y las no-madres, porque así nos dividen y sale ganando el patriarcado. Gana la banca.
No me juzgo, porque la responsable de tener la cabeza llena de heteropatriarcado no soy yo, encima, solamente faltaría.
Simplemente creía que el feminismo (de interseccional no tenía ni idea) era que todxs debíamos ser tan privilegiadxs como los hombres blancos cis, y ellos no gestan bebés, ni renuncian a sueños por causa de sus hijxs. Lo que realmente pasa es que los permisos de maternidad son muy cortos, y los de paternidad también, amamantar el público todavía choca, los horarios laborales son el antítesis de la conciliación, y lxs niñxs molestan, son ruidosos, y las ciudades son hostiles. Y todo esto lo pagan las mujeres. No es que reproducirse sea un problema para las mujeres, es que el sistema está pensado para que ellas se coman el marrón, igual que con los mayores dependientes, porque mujeres trabajando gratis es estupendo para el capitalismo y para el PIB. Gana la banca.
De pequeña me dejaron muy claro que ningún niño era mejor que yo por el solo hecho de ser niño, y que no existían las cosas de niñas y las cosas de niños. Que podías amar como y a quien quisieras y que las mujeres anteriores a mi habían luchado mucho para conseguir que yo pudiese votar, ir a la escuela, llevar pantalones, sacarme el carnet de conducir, divorciarme, abortar.
Pero nadie me contó lo increíblemente alucinante que es el cuerpo de la mujer, que puede gestar a otro ser humano con sus manos, sus pies, sus ojos, sus orejas, su nariz y todos sus órganos iguales que los nuestros, en miniatura. Que es capaz, de crear una vida nueva, o varias, en su útero. Que es capaz de parir a esa nueva persona y continuar gestándola fuera del útero, alimentándola con leche que produce ella misma. A ver pensémoslo bien:
¿En qué momento no es esto el superpoder más bestial que tenemos las humanas y porqué en el mundo mandan los penes*(cis) y no nosotras, cuando ellos sin nosotras no existirían? Que alguien me lo explique.
Tenía como la sensación de que nuestras madres/hermanas/primas/amigas nos enseñaron a batallar por nuestros sueños y a ser fuertes, nos inspiraron para ser independientes y luchadoras, pero no comentaron que la maternidad, esa maternidad opcional, si nos apetecía, también es parte de la lucha feminista. La maternidad feminista. En ciertos casos imagino que no querían para nosotras la maternidad que ellas habían vivido, en otros simplemente estaban tan ocupadas luchando por nuestros derechos que no pensaron en ello.
Y claro, allí estaba yo, 34 años más tarde, convencida de que lo más feminista del mundo era decir que la maternidad no te interesa. Y de pronto un día estás embarazada y te das cuenta de que cuando googleas cualquier duda encuentras montañas de consejos paternalistas, donde los protagonistas son siempre los futuros bebés, o bien centenares de objetos de consumo que tienes que necesitar si no tu bebé será infeliz, o bien humor naif que infantiliza a retoños y a madres, quitando peso a problemas reales y duros del embarazo y del puerperio. Eso, o información sobre violencia obstétrica, testimonios de partos no respetados, y consejos para conseguir que tu parto cumpla mínimamente los derechos humanos.
Vaya.
Ahora resultará que mientras luchábamos por un aborto legal y seguro y otros derechos fundamentales nos han robado la maternidad y la han transformado en un producto de consumo. Y el parto lo han transformado en otro negocio. El patriarcado nos ha quitado el protagonismo para dárselo a doctoros y a bebés, cuando las que gestamos, parimos y amamantamos* somos nosotras. Espléndido. Gana la banca.
La norma social te dice que una vez pasados los 3 meses hay que anunciar a bombo y platillo que esperas un retoño. Antes no, porque las posibilidades de aborto espontáneo son mayores y no queremos hablar de eso en la esfera pública, eso mejor que lo hablen las mujeres entre ellas, en la intimidad, que vivan el luto en silencio cual viuda republicana en pleno franquismo, y ya ni te cuento si la pérdida es a los 5 meses, o los 8, nada de vivir el luto en público y arropada, te espera oscurantismo y silencio.
Pero una vez pasado el período reglamentario hay que informar al mundo, porque tu sola no vas a poder, necesitas ayuda, la sociedad debe tutelarte, ahora eres un útero con patas, ¿cómo vas a saber tú lo que tienes que beber?¿O lo que tienes que comer?¿O lo que es mejor para el bebé? Si, porque el embrión ya es un bebé que podría además ser un hombre cis heterosexual, tú en cambio no eres más que una mujer, y por si eso no fuese suficiente desgracia, ahora además estás totalmente inhabilitada por tus hormonas, así que deja que todo el mundo te de consejos sobre lo que tienes que hacer, beber y comer, que te toquen la barriga, que sepan mejor que tu lo que necesitas, y sobretodo no esperes que te dejen sentar en el metro. Ante tal panorama las ganas de comunicar a tu entorno que hay alguien viviendo en tu útero tienden a zero.
Y así aterricé yo en el maravilloso mundo del embarazo.
La gestación puede ser un período maravilloso en la vida, pero también te puede disgustar, y tienes derecho a decirlo. Una vez una mujer en el vestuario me dijo “a mi no me gustó nada estar embarazada” y siempre le estuve muy agradecida, compensó todos los “ya verás, es el mejor momento de la vida”.
Ey, tranquilxs, que todavía no he terminado…
Aquí tengo un bonus especial para los trolls que dicen que quiero terminar (en esta ocasión con la ayuda de las Girlys) con la natalidad:
5 cosas molonas que hacer por tu colega gestante:
Regalarle un sextoy el primer día del segundo trimestre.
Entrar en el metro, ir directa a los asientos reservados, hablar alto y claro: A VER POR FAVOR QUE ALGUIEN VAYA LEVANTÁNDOSE QUE NECESITAMOS UN ASIENTO GRACIAS.
Decirle: “Tienes el feminismo super bonito y resplandeciente, te sienta muy bien”
Poner la sobrasada a 180ºC en el horno con queso y con miel. (*no-vegan)
Escupirle en la cara a la peña que le diga “tienes que comer por dos”.*
*Bis. Escupirle en la cara a la peña que le diga “cuidado con lo que comes que luego vas a tener que hacer dieta”
*Notas: Cuando hablo de amamantar entiendo que es siempre una decisión personal. Si hay algún momento en el que no escribo inclusivamente cuando hablo de mujeres no hay voluntad, por supuesto que mujeres son todas las que lo deseen, tengan los genitales que tengan, y hombres ídem, y fluidas ídem, y queer, y etc.
Laura @modernacongafas, Cristina A. y Cristina V.