POR AMOR AL ARTE
Tenemos un montón de amigas y amigos que se dedican a a actividades artísticas. Pintoras, músicos, fotógrafas, escritores… Les hemos visto evolucionar en su arte, informarse, documentarse, empaparse, formarse e invertir tiempo, dinero y mucho esfuerzo en conseguir acercarse cada día a su estilo, a su sello. Hemos visto como aceptaban trabajos gratis a cambio de “visilibildad”, como compatibilizaban su pasión con curros que les daban de comer: unas horas de oficina por la mañana, otras de barra por las tardes o los fines de semana. Muchas, muchos se han quedado por el camino en otras opciones de vida, algunas otras siguen peleando por su mantener viva esa llama, “esa vocación”, hay quienes han conseguido hasta cobrar por sus obras y pueden ir poco a poco dejando de lado todos esos otros curros.
Y nosotras que vemos, un poquito desde fuera y un poquito desde dentro, todo ese talento y ese esfuerzo invertido nos preguntamos “¿Se puede vivir del arte?” “¿Es justo, siquiera lícito, que te pidan tu trabajo gratis?”, “¿Qué estamos haciendo mal para que todo ese joven talento no encuentre su hueco?”. Por eso hoy hablamos en primera persona con Lucia Inthesky, madrileña, de 35 años, que como artista vive toda esta situación en primera persona, a ver si ella puede dar respuesta a estos y otros interrogantes. Venga, Lucía, cuéntanos.
-Hola Lucía, vamos a empezar por el principio. Artista se nace o se hace?
Siempre he querido pensar que se hace. Entiendo que un contexto adecuado, una estimulación temprana o un buen acceso a educación facilita mucho la trayectoria, pero odio la idea de “genio”, que por cierto sólo se aplica al género masculino y es muy simplista. Nos han querido hacer creer que sólo algunos estaban tocados con la varita del talento, y la realidad es que casi todo el mundo trabaja muy duro para llegar a una meta.
-¿Cuándo te diste cuenta de que querías ser artista?
Tengo un recuerdo muy lejano de tener cuatro años y decir que de mayor iba a ser pintora y cantante, pero podría decirse que tomé la decisión definitiva con trece años, cuando le anuncié a mi madre que iba a ir a la universidad, pero a estudiar Bellas Artes. Lo tenía bastante claro.
-¿Qué te dijo tu familia y gente cercana?
Insólitamente, mi madre se lo tomó bastante bien y me animó. Al fin y al cabo, la responsable era ella, por haberme comprado mis primeras acuarelas cuando tenía tres años. En el resto de mi familia hay división de opiniones. Al principio no se lo creían del todo, pero han tenido que asimilarlo como han podido. A mis amigos siempre les ha parecido estupendo. Mis amigos son gente guay.
-Cuéntanos un poco cuál ha sido tu recorrido hasta llegar al punto en el que estás ahora.
Estudié Bellas Artes en Madrid y realicé una beca Erasmus en Venecia. Comencé la carrera decidida a dedicarme a la pintura y el diseño, pero en el camino me interesé más por el dibujo y el grabado. Cuando me licencié, acababa de empezar la crisis y estaba muy perdida. La universidad te instruye técnicamente, pero no te enseña a enfrentarte a la vida real. Seguí formándome por mi cuenta mientras realizaba decenas de trabajos absurdos para sobrevivir. Siempre tuve en mente la ilustración, pero es muy difícil dedicarle tiempo cuando trabajas en una tienda o tras la barra de un bar y llegas a casa agotada. Pasé largas temporadas sin coger un lápiz, en momentos de dificultad pensé que nunca lo volvería a hacer, pero es como un amor que siempre vuelve, del que no te puedes despegar. Hice un máster para refrescarme y durante unos tres años estuve más enfocada hacia el arte contemporáneo y en escribir mi propia tesis. Un buen día me cansé de investigar y volví a coger los pinceles. Empecé un poco como terapia, a pintar cositas pequeñas para mí. Aquello fue creciendo, lo fenomenal era que no había presión externa, sólo estaba haciendo cosas por placer, siendo feliz con ello. Supongo que esa fue la chispa que hizo todo fluir. Poco a poco, la gente empezó a pedirme dibujos, y algo tan inocente como tener una cuenta de instagram fue de inmensa ayuda. Comencé a exponer mis dibujos en lugares de Madrid como Casa Filete o Tipos Infames, pero mi primer trabajo reseñable fue ilustrar la portada del disco “Vida y Milagros” de Mostaza Gálvez, en el año 2017. Eso me dio una enorme visibilidad, y poco después, el grupo Dorian me contactó para participar en su cancionero ilustrado “Armas para volar”. Y así hasta hoy, que no he dejado de dibujar.
-¿Y ese momento clave en el que tienes que decidir si te dedicas por completo a tu pasión o compatibilizarlo con otros trabajos que "te den de comer"?
He tenido un par de esos, pero es un tema muy delicado. Ahora mismo lo compatibilizo con labores de mediación cultural o enseñanza no reglada, pero hay que verse muy fuerte para dar ese salto y dedicarse a tiempo completo a la pintura. Lo que sí que es cierto es que el binomio ilustradora-camarera a la larga no sale bien. Mi lucha es tratar de encontrar un equilibrio entre mis trabajos alimenticios y los artísticos. A veces van de la mano, otras veces se separan, y trato de no afrontarlo como un drama. Es el camino que he elegido.
-¿Se puede vivir del arte?
Hace poco leí la cita de Oscar Wilde que dice “cuando los banqueros se reúnen para cenar, hablan de arte. Cuando los artistas se reúnen para cenar, hablan de dinero.” Y es cierto, nos pasamos la vida ideando estrategias para incorporar nuestras creaciones al ámbito laboral, hacerlo tangible para poder comer diariamente, sin perder del todo la independencia. Siempre hay que plegarse a determinadas exigencias mercantiles, supongo que incluso los artistas más reputados lo hacen. Hay quien opina que si vendes, ya no es arte, pero a mí me parece una soberana pamplina. No podría decir que algunos autores a los que admiro, como Tiziano o Goya, gente que cobraba por pintar, no fueran verdaderos artistas (incluso retratando a gente tan abyecta como algunos monarcas). Así que supongo que sí, se puede, es complicado debido al sistema en el que vivimos, pero cuando alguien trata de desanimarme diciendo que es difícil, yo respondo “bueno, si otros lo han conseguido ¿por qué yo no iba a poder?”.
-¿Qué hay que cambiar para que la gente joven con talento y que se lo curra tenga más oportunidades?
Partimos de un sistema que cojea en varios aspectos. La desigualdad es una desventaja fundamental, porque es muy difícil para una persona joven que viene de situaciones humildes poder convencer a su familia de estudiar arte. Por otro lado, en España creo que tenemos una mirada un poco hostil hacia lo artístico, no se invierte tiempo, atención, ni por supuesto dinero en ayudar a todos esos profesionales. Creo en la educación pública, pero no se deja de recortar en enseñanzas artísticas, y eso crea un caldo de cultivo muy poco propicio para valorar nuestro trabajo. Así que lo que nos queda somos nosotros, que tenemos que hacer el esfuerzo de construir una mirada nueva sobre la creación, de defenderla y sacarla adelante, llamar la atención, que se fijen en nosotros. La generación de nuestros padres viene de un mundo en el que lo artístico era considerado como innecesario y superfluo. La gente joven lo mira con mejores ojos, pero me preocupa la obsesión actual con la inmediatez, el confundir el trabajo artístico o artesanal con la creación de un objeto fungible, como una camiseta del Primark. Hay que incorporar a la vida la idea de que el arte y los artistas son necesarios, entretenemos y deleitamos, pero también construimos historia y pensamiento.
-Alguna vez te han pedido que trabajes gratis? Crees que esto pasa más en ámbitos artísticos? Si la respuesta es positiva, cuál crees que son las razones?
Yo he tenido bastante suerte y es algo que me ha ocurrido poco, pero por supuesto que sucede. No me sorprende tanto viniendo de un sistema en el que muchas empresas nutren sus plantillas de becarios sin remunerar (que en el ámbito de la comunicación o el diseño daría para unas cuantas páginas). Sí creo que se da más en ámbitos artísticos, por un completo desconocimiento del trabajo que conlleva realizar una pintura o una pieza musical, por poner un ejemplo, y no hablo sólo de tiempo y material, sino de trabajo mental. Existe la idea romántica y absurda de que el artista realiza su obra como un elegido por el universo al que no le importa en absoluto vivir precariamente, pues se realiza con su arte a todos los niveles. Me preocupa más que incluso algunos artistas puedan acabar convencidos de esta idea tan peligrosa, que no es romántica, sino que está cargada de intención. No pasa un día sin que alguien que se dirige a un artista le mente a Van Gogh, contando que apenas vendió obra en vida. Pues bien, he aquí un aviso a navegantes: estamos cansaícos de que nos mencionéis a Van Gogh. Nuestro buen amigo Vincent murió en la pobreza y con graves problemas mentales. Particularmente, no es mi idea de una vida feliz. Creo que muchas estarán de acuerdo conmigo en que lo que deseamos es una vida digna, no necesariamente pasar a la historia. Y esa vida digna implica comer y pagar facturas. En serio, es importante.
-Como mujer y feminista, cómo ves que ha evolucionado nuestro rol en el arte en los últimos años? somos más? se nos ve más? se nos tiene más en cuenta? sigues notando diferencias?
Somos muchísimas más, sin duda, se nota desde las aulas de las escuelas y facultades de arte, donde hay una pujante mayoría. Aun así, mientras estudiaba, me encontraba con posiciones muy condescendientes por parte de algunos profesores, que tildaban nuestras creaciones de “amaneradas” (real, amigas). Los mansplainings son algo habitual y bastante puñetero. Sin embargo, en el mundo editorial o publicitario cada vez hay más mujeres dirigiendo, y eso se traduce en una mejor escucha y visibilidad de nuestras obras. Concretamente dentro de la ilustración hay una abrumadora representación femenina que empieza a generar discursos hasta ahora invisibles, que crean debate, construyen reflexión y se posicionan políticamente (el desbordamiento visual en el 8M, por ejemplo, fue algo emocionante). Soy optimista, creo que estamos en el camino y este es sólo el comienzo. Vivimos un momento muy dulce y entusiasta. Voto por aprovecharlo y tomar impulso.
-Dinos 3 mujeres artistas que te inspiren.
Alexandra Levasseur, es una artista canadiense que conocí gracias a internet. Hace pintura, animación y cerámica, sus imágenes me parecen muy evocadoras y levemente inquietantes.
Carson McCullers, porque amo su literatura y leer su autobiografía causó un impacto muy fuerte en mi manera de abordar la creación.
Guerrilla Girls, grupo anónimo de artistas activistas estadounidense, porque fueron mi primer contacto con la lucha feminista dentro de las artes y me hicieron tomar conciencia de lo que supone ser mujer, creadora y la posición que ocupamos dentro de la escena.
-¿Cómo te ves de aquí a 5 años?
Pues siendo honesta, eso me gustaría a mí saber. Mi mayor deseo sería vivir con cierta comodidad, trabajando en dos líneas dentro de la pintura: la editorial y mis proyectos personales. También me gustaría tener un gato. Por supuesto, seré una cuarentona estupenda con un pelazo. Que no está reñido.
-Si pudieras pedir un deseo respecto a tu faceta profesional, ¿cuál sería?
Poder vivir de encargos de ilustración dentro del ámbito editorial. He realizado dos libros ilustrados (uno de ellos aún inédito) y pretendo preparar un proyecto personal, con textos propios. También me gustaría seguir colaborando con músicos, dado que es el otro campo en el que más me he implicado. Crear portadas de discos o carteles de conciertos es algo que me produce infinita satisfacción.
GRACIAS POR TODO LUCÍA!!!. Podéis encontrar su trabajo en su ig @miss_moratalaz
Cristina Alonso y Cristina Valbuena.