LA VIOLENCIA DE GÉNERO. EL MACHISMO MATA.
Lo que se ve y lo que no de una violencia estructural y endémica contra las mujeres
Que nos matan y nos violan es algo que nadie puede negar. Que nos pasa por el hecho de ser mujeres, algo que cada vez admite un mayor número de personas. Que los autores de esos crímenes son hombres, quien lo niegue solo tiene que acudir a los datos oficiales. Que “son 4 locos”… es un comentario que todavía se escucha demasiado. Porque detrás de ese “un loco” hay una negación (muchas veces sin quererlo) del problema. El problema es no visibilizar y reconocer un patrón de violencia sistémica contra las mujeres ni más ni menos que por ser mujeres. La violencia machista ha matado en nuestro país más víctimas que el terrorismo de ETA, pero hasta hace muy poco no se le ha empezado a dar el protagonismo y la urgencia que necesita. Nos están matando, sí. Nos están violando, también. Ese es el hecho más visible, el que ya (casi) nadie niega, la punta del iceberg. Pero ¿qué hay debajo? ¿Cuál es la base que sustenta esos asesinatos y esas violaciones? ¿Qué actitudes y comportamientos institucionales, culturales y sociales nos llevan a acabar asesinadas y violadas?
Hoy es el Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer y un buen momento para reflexionar y repasar conceptos. Allá vamos.
Para empezar es importante definir lo que se considera como violencia machista o violencia de género y diferenciarla de aquello con lo que algunos (VOX) intentan confundirla, la violencia doméstica. La violencia de género es toda aquella que se ejerce contra la mujer por el hecho de ser mujer, e incluye no solo agresiones físicas sino psicológicas, violencia sexual, vicaria (la que se inflige a una tercera persona, como hijxs para causar daño a la mujer), institucional, económica y simbólica. Esta violencia tiene unos patrones concretos y no entiende de edad, clase social ni etnia…
lo único que tienen en común todas sus víctimas es que son mujeres.
Desde que se comenzó a registrar el número de víctimas en 2003 (hace solo 16 años) han sido asesinadas en nuestro país más de 1.019 mujeres a manos de sus parejas o ex-parejas (esto sin contar para las estadísticas todas las mujeres asesinadas por delitos sexuales, imaginaos a cuánto ascendería la cantidad). Estamos hablando de una puta pandemia que nos mata. Por eso es necesario una legislación especial que nos proteja a todas, es cuestión de vida o muerte que no se desvirtúen los términos y diferenciar estos casos de la violencia doméstica, que es aquella que se ejerce sobre cualquier miembro del hogar, sea familiar o no y que por supuesto está legislada y penada como le corresponde.
Pero como decíamos los asesinatos y violaciones son solo la punta del iceberg, la que se ve, pero que necesita una base sólida de acciones violentas contra nosotras que tenemos absolutamente normalizadas. Vamos a empezar de arriba a abajo:
Violencia física:
En el momento en que escribíamos este artículo habían sido asesinadas este año en nuestro país 50 mujeres a manos de sus parejas o exparejas, todas ellas hombres. Lamentablemente la cifra habrá aumentado cuando lo publiquemos. Cifras cuyo contador pasa a cero el 1 de enero y vuelta a empezar. ¿ Hasta cuando? La web feminicidio.net aumenta esta cantidad hasta 90 puesto que amplia y tiene en cuenta más casos como aquellos en los que víctima y agresor no se conocían, cuando se conocían pero no tenían relación sentimental, los asesinatos por prostitución…
Violencia psicológica:
Justo debajo de la parte más visible está esta violencia, que cada día, gracias al feminismo, está empezando a ser más rechazada socialmente, pero que hasta hace poco solo se condenaba en los casos de vejaciones e insultos muy obvios. Pero ay amigas, la violencia psicológica va mucho, muchísimo mas allá. Devaluación, marginación, rechazo, chantaje emocional, infidelidades constantes, descuido reiterado dentro de la relación, indiferencia y sí, el silencio… os suena de algo? Si no os ha pasado a vosotras seguro que tenéis una amiga cuyo novio deja de hablarle cuando se enfada, por mucho que ella lo intente de mil maneras, nada, silencio. Pues eso, amigas, es violencia. Actitudes que nos llevan a la desesperación y que casi siempre acaban con la misma frase…
ESTÁS LOCA
Ay, si nos pagasen cada vez que hemos tenido que escuchar eso de un tío, estábamos todas forradas. Porque lo tienen ahí siempre, en la puntita de la lengua, es increíble lo fácil que se les escapa. Tú tienes un día normal y en cinco minutos y sin saber como, ya eres una loca, por dar tu opinión, por enfadarte, por elevar la voz… loca. Mucho cuidadito entonces cuando un colega nos diga que su ex estaba loca… preguntaos qué coño hizo él antes.
Violencia institucional:
Esta parte del iceberg comienza a estar sumergida y por lo tanto normalizada, asumida, interiorizada… todas esas palabras que ya nos sabemos. Cuando una mujer va a denunciar una agresión física o psicológica tiene que pasar por una serie de pasos institucionales que en la mayoría de casos, lejos de protegerla, la hacen más vulnerable, la juzgan y cuestionan a ella en lugar del acusado y le hacen plantearse si merece la pena esa denuncia. Cuando al ir a denunciar una violación la policía o personal de justicia te pregunta cómo ibas vestida, qué hacías sola a esa hora, o si apretaste suficientemente fuerte las piernas, están ejerciendo violencia institucional contra ti. El gran peligro es que quienes forman nuestras instituciones no están formados en violencia de género. Qué locura, no? Os imagináis a alguien sin medicina haciendo cirugías o a un jardinero pilotando un avión? Verdad que no? Entonces cómo toleramos que en un juzgado de violencia de género el juez sea un machista o el personal de policía no haya recibido formación para atender a las víctimas con una perspectiva de género? No podemos dejar que nuestra vida dependa de tener suerte y que nos toque un poli concienciado o una jueza sensibilizada, no.
En España no se aprobó la Ley de Violencia de Género hasta 2004, reconociendo su existencia y la necesidad de un tratamiento específico. A pesar de ello la ley está llena de carencias, por ejemplo solo se reconoce como tal la violencia ejercida dentro de una relación amorosa, lo que implica que si no estás en una relación sentimental con el agresor no tienes derecho a las medidas de apoyo específicas. En 2013 se han empezado a considerar víctimas de la violencia de género a los hijxs asesinadxs para dañar a la mujer. Pero como veis, queda mucho por hacer al respecto, como incrementar o al menos reestablecer las partidas presupuestarias que han descendido un 26% desde 2004. Nuestra clase política se llena la boca con buenas palabras a costa de nuestras vidas, para ganar votos, pero luego no destina fondos… violencia institucional. En 2017 se aprobó un pacto que tomaba medidas para prevenir y detectarla precozmente, así como para formar en perspectiva de género a policía, personal de justicia y profesorado. ¿Se ha cumplido? NO. Lavadita de cara en el Congreso de lxs Diputadxs y hasta luego.
Violencia económica:
Seguimos sumergiéndonos en las profundidades del iceberg para llegar a a la violencia económica. Susana Martínez Novo, presidenta de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, la define como “Todo tipo de conductas que puedan ser de control de los recursos económicos de los ingresos familiares, de acceso o de información sobre esos recursos”.
Si controlan tus ingresos, si los limitan o impiden que tengas acceso a ellos, es violencia económica. Si no te pagan la manutención de tus hijxs es violencia económica, o si no pagan su parte de la hipoteca como método de chantaje emocional, o se niegan a pagar gastos escolares que corresponde repartir a medias una vez separada la pareja… violencia. Párate a pensar, seguro que te suena más de un caso.
Violencia simbólica:
Llegamos a la base, la parte más oculta y la más difícil de identificar. Esa violencia que denunciamos con miedo de que nos llamen locas (otra vez) o nos digan que estamos exagerando, sacando las cosas de quicio. Esa que nosotras mismas tenemos que hacer un trabajo para identificar y reconocer ya que la tenemos tan normalizada que muchas veces nos cuesta verla, la violencia simbólica.
Esta violencia se caracteriza porque las víctimas no saben que la sufren y debido a esto, se convierten en cómplices de ella. Adivináis por dónde vamos? Efectivamente: el lenguaje, el cine, la literatura, la moda, la publicidad… Mensajes que recibimos desde todos los frentes posibles, que nos calan hasta la médula y que tenemos tan interiorizados que los reproducimos sin cuestionarlos (o al menos lo hemos hecho hasta que nos hemos juntado a rajar y decir que ya valió).
Recibimos mensajes constantes sobre como debemos ser, actuar, vestir, comer, andar… También nos dicen que somos enemigas, que no somos de fiar entre nosotras… Podemos seguir infinito pero ya hemos hablado de esto muchas veces. Es la forma que tiene el patriarcado de convertirnos en sus cómplices para mantener esta estructura en la que a medida que nos acercamos a la superficie se convierte en más y más peligrosa, derivando en amenazas, malos tratos, violaciones y asesinatos.
Pero la violencia de género la sufrimos todas. No son ellas (las que aparecen en la tele porque las han asesinado) por un lado y nosotras por otro. Somos todas juntas y esta casa la vamos a empezar a tirar, pero por los cimientos.
Ni una víctima más y todas juntas, siempre.
Cristina Alonso y Cristina Valbuena.